Evolucionando
Evolucionan despacio
las geografías y su rescoldos.
Las nueces languidecen,
el sodio pierde peso
y las conjeturas
adquieren precisión,
iluminan
los últimos años luz
que gimen,
en los bordes de tu cuello,
con sus bordados azules
y boletos de despedidas.
Las últimas gotas
se estremecen
en las eras,
sin sangre en las venas,
en recipientes,
sin quirófanos
para unir los huesos,
las órbitas de los ojos,
con esa ternura
de la primera vez.
Tantos años,
millones,
del vivir de las bacterias
emulando la respiración,
la terrible unión de las mareas,
las planicies
con sus horizontes,
desgarrados sus ruidos
y las fibrosas muertes
deambulan,
mostrando sus dientes,
sus lógicas dementes.
El tiempo,
tal como búsqueda sin sentido,
es un ciego querer,
y las pulsión de órganos juntados,
con leves balbuceos
enredan las cosas,
las sonrisas,
satisfacción por entenderlo todo
en un cofre con un dios solitario.
Tiempo de sacristías
y tormentos de demonios,
con la providencia, la luz
y demacrados sexos.
Entre las vibraciones
de los líquidos amatorios,
de las secreciones
de las horas antes del morir,
del pensar,
de la explicación del orden,
las apariencias se hacen certezas,
creencias sempiternas,
agarradas de esbozos
de las cosas que cambian,
de las tramas viscerales
en las que nos envolvemos
para mirar la luna.
las geografías y su rescoldos.
Las nueces languidecen,
el sodio pierde peso
y las conjeturas
adquieren precisión,
iluminan
los últimos años luz
que gimen,
en los bordes de tu cuello,
con sus bordados azules
y boletos de despedidas.
Las últimas gotas
se estremecen
en las eras,
sin sangre en las venas,
en recipientes,
sin quirófanos
para unir los huesos,
las órbitas de los ojos,
con esa ternura
de la primera vez.
Tantos años,
millones,
del vivir de las bacterias
emulando la respiración,
la terrible unión de las mareas,
las planicies
con sus horizontes,
desgarrados sus ruidos
y las fibrosas muertes
deambulan,
mostrando sus dientes,
sus lógicas dementes.
El tiempo,
tal como búsqueda sin sentido,
es un ciego querer,
y las pulsión de órganos juntados,
con leves balbuceos
enredan las cosas,
las sonrisas,
satisfacción por entenderlo todo
en un cofre con un dios solitario.
Tiempo de sacristías
y tormentos de demonios,
con la providencia, la luz
y demacrados sexos.
Entre las vibraciones
de los líquidos amatorios,
de las secreciones
de las horas antes del morir,
del pensar,
de la explicación del orden,
las apariencias se hacen certezas,
creencias sempiternas,
agarradas de esbozos
de las cosas que cambian,
de las tramas viscerales
en las que nos envolvemos
para mirar la luna.
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